Las glicinas más prolijas del mundo
Mi mamá soñaba con que en las primaveras, cuando abriera la puerta-ventana de mi cuarto, el balcón oliera a glicina florecida. Pinterest todavía no existía, pero supongo que se imaginó que se verían así de perfectas. Por supuesto que lo de la prolijidad nunca sucedió. La glicina terminó invadiendo todo: levantó las tejas, sacó hijas indestructibles en la tierra y desarrolló un tronco irrompible. El olor de la primavera terminó saliendo caro. Cuando la lucha contra el gigante de ramas fuertes terminó, fue remplazado por un jazmín chino más controlable. "Las de Londres deben ser todas de plástico", pensé todos estos años después de la terrible experiencia de invasión. Pues no, la mayoría son naturales y sentir ese olor de nuevo fue la confirmación de que es una excelente idea tenerlas en una ventana. Andá a saber cómo hacen los londinenses para controlarlas. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Mechi Cerrotta (@mechicerrotta)