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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Julián

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  Era malhumorado, chinchudo y un poco caracúlico (NO SÉ A QUIÉN ME HACE ACORDAR, NO SÉ), pero entraba al aula, se encendía la cámara o se ponía a hablar de alguno de sus proyectos y se le iluminaba la cara. Gracias abuelo Julián por tener la llave de ese lugar mágico que es el Jardín Botánico de la Facultad y por darnos el privilegio de jugar ahí imaginando que estábamos metidos en la selva. Gracias por andar siempre con la cámara y llenarnos de fotos en la infancia. Gracias por las tarjetas, los cuadros, las etiquetas para los cuadernos. Gracias por los relatos de Rusia, Japón, Cuba y el Norte. Gracias por los "Oh, boy", los "voy a dar vuelta el auto" y por la risa aguda cuando algo le divertía. Muchas veces me enojé porque sentí que no apreciaba que mamá heredó su pasión y dedicación por enseñar, Diego su creatividad y practicidad para dejar un rincón de la casa o del jardín hermoso, y que la abuela Maggie aprendió de él todo sobre plantas, porque la entusiasmó i