Rosita



Mi abuela Rosita era lo que se dice un ser excepcional. Pero no en el sentido de "mi abuela es lo más porque es mi abuela". Es una opinión casi indiscutida en el barrio. Con sus palabras ayudaba a mucha gente a estar bien. Pero sus sermones no funcionaban conmigo (ya con uno de sus herederos en casa me alcanzaba y sobraba). Convencía hasta a un ladrón de que no le robe, pero conmigo no podía. Al menos era lo que yo pensaba. 


Con el tiempo me di cuenta de que lo que más me molestaba era que mi abuela no era solo nuestra sino de todas las personas que la conocían. Entonces empecé a coleccionar mis mejores momentos con Rosita, que no son épicos ni masivos, son míos:
🌹Tenía una obsesión desmedida con las cucarachas, las odiaba. Si abrías el cajón de los cubiertos estaban envueltos con una bolsa. Para sacar un tenedor, además de abrir el cajón, tenías que abrir una bolsa. Todavía no entiedo por qué una mujer tan fuerte le tenía tanto asco a un ser tan pequeño.
🌹No la solía escuchar expresando pequeños ni grandes deseos terrenales, pero las galletitas de limón de Havanna eran su debilidad. Hoy esas galletitas tienen gusto a Rosita y espero que dure para siempre.
🌹Caminaba con pasitos rapiditos. Siempre pensé que era porque las horas del día no le alcanzaban.
🌹Me causaba simpatía que tuviera mil años y canas y le siguieran diciendo ROSITA. Con esa sonrisita que tenía, cómo no la ibas a llamar Rosita.
🌹 Los últimos 25 años de su vida fue a la misma peluquería porque "le hacían un corte que le duraba". Compartía peluquería con mi mamá y a partir de mis 14 me empezaron a llevar con ellas. Era mi momento favorito del año. No quedaba en el barrio y ahí tenía a mi abuela sola para mí. Nadie la reconocía en esas calles, nadie la frenaba. Y adivinen si después de 20 años sigo yendo a esa misma peluquería porque el corte me dura.

En las versiones de Rosita de mis primas, primos y hermanos está mi abuela excepcional. Este finde hubiera cumplido 90 años. La pienso cada vez que logro algo que me parecía imposible. Estos últimos meses la pensé un montón. Gracias, abuela.

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