¿Cenamos helado?

Cada vez que ceno helado me acuerdo de todas las cosas que pensábamos hacer de grandes cuando éramos chicos. Una de ellas era comer todo el tiempo cosas que nos gustaran mucho, como el helado. Mi hermano decía que con su sueldo se iba a comprar la colección completa de Playmobil y cuando le preguntaban para qué la quería el decía: para jugar. Yo aseguraba que me iba a ir a vivir sola con mi mejor amiga a los 16 y bueno, me fui de la casa de mis papás a los 29... 🙄 Irse es un decir, solo podrán desarmar mi cuarto de Nogués con carta documento mediante. 



La idealización de la adultez se me terminó rápido. Siempre aparenté dos años menos. Mientras mis amigas hacían esfuerzos por parecer más grandes y se asombraban que no me molestara parecer más chica, a mí la adultez no me parecía un buen negocio. "A los 30 no van a querer parecer de 35", les decía. En esa le pegué. 



A los 15 le dije a mi papá que mi vida era una porquería porque invertía todo mi tiempo en obligaciones y cosas que no me gustaban (ese dramaqueenismo since 1988 no te lo robo). Mi papá me dijo que no estaba de acuerdo (claro, muy vivo, ya había visto la peli). Y yo lo desafié diciéndole que iba a probar científicamente que estaba equivocado. Durante una semana anoté lo que hacía hora por hora. Después de 7 días saqué cuentas y el resultado no me dio la razón: pasaba bastante más de el 50% de mi tiempo haciendo cosas que me gustaban. Qué miedo hacer la cuenta ahora ¿No? Sobre todo hoy, que me desperté pensando que la adultez no es un buen negocio. 



Al menos se me cumplió el sueño de cenar helado sin darle explicaciones a nadie (un par de veces al mes, mientras no se dispare la glucosa). 



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