Otoño soleado


Un mes de encierro. 



Debe haber sido el mes de otoño más soleado de la historia. O así pareció. Aunque ya no importa el pronóstico del tiempo, lo sigo mirando todos los días. Porque en estas circunstancias me deprimen los días soleados. No era lo que teníamos planeado para el final del verano: aprendimos a lavarnos las manos, a desinfectar todo lo que venga de afuera y a hacer barbijos. Muchos están aprendiendo a trabajar en casa y yo estoy medio harta del home office colectivo. Intentamos tomarnos el atardecer para hacer fotos y abrimos una carpeta en Google fotos que se llama "cuarentena". Como cuando nos vamos de viaje o como si fuera un capítulo aparte de nuestras vidas. 



¿Otoño con lluvia o sol? 



A mí me gustaban más cuando lo podíamos mirar desde abajo. Pero si hay que elegir, en cuarentena prefiero nublado. Me hacen acordar a las tardes lluviosas de la adolescencia en las que nos suspendían educación física por mal tiempo. La vida nos daba una tarde libre para dormir la siesta con el sonidito de la lluvia en el techo.



En la vida adulta las tardes de lluvia en la oficina no tienen mucha gracia. Y ahora en cuarentena perdí mi súper poder de dormir mil horas de siesta.



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