Lo que más extraño


Extraño los mates de mi papá.  



Cuando era chica me gustaba acompañarlo a trabajar al vivero de Loma Hermosa porque ahí vivía mi bisabuela, la nonna Cristina. Ella vivía en una habitación grande en la casa de mis abuelos y ahí estaba la televisión, con cable, que en Nogués no teníamos. Además sacaba de una lata unos caramelos con paquete de frutilla y me decía Merceditas. Pero mi momento favorito era cuando papá dejaba de trabajar y ella lo esperaba en la galería con el mate. A un horario de la tarde calentábamos la pava, no dejaba que se hierva y me descubría si le metía agua fría. Para mí esa hora del día con papá y la nonna eran unas vacaciones adentro de las vacaciones, sentía que estaba escondida entre sus conversaciones y que era un momento solo de nosotros tres. Aunque estuvieran mis abuelos dando vueltas, era el ritual de ellos dos. No me acuerdo ni de qué hablaban, pero yo era parte. 

Más de 20 años después, mi papá llega de trabajar del cultivo o de la huerta y hace mate para los que estamos en la casa. El mismo ritual con la pava, que no se hierva. Si es verano, los tomamos en la galería, hablamos de nuestras cosas y para mí siguen siendo los minutos de vacaciones del fin de semana. 



También extraño la pizza de mi mamá. 



La masa de la pizza de mi mamá es igual que la de mi abuela paterna. Desconozco los detalles de esa transferencia de conocimiento, pero el resultado quizás sea mi primera lección de sororidad. Y acá estoy, practicando mi propia versión de una tradición que iniciaron ellas. 




*En la primera foto estoy con La Nonna. Casi no tengo fotos con ella y eso que la disfruté hasta mis 8 años. Esta la descubrí en Nogués el último fin de semana antes de la cuarentena. Es mi cumpleaños de un año y por supuesto que la sacó mi abuelo materno, porque si pensás que de algo te falta registro, pues no, mi abuelo Julián dejó estas sorpresas por todos lados.

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