La noche que el himno no sonó


Anoche no sonó el himno a las 21. Supongo que el vecino que lo pone todas las noches estaba del orto como yo. Confieso que soy una larva y que el distanciamiento social es mi estilo de vida por épocas. Es fácil ser una larva cuando podés romper la cuarentena autoimpuesta desde los 15 años, tomarte un bondi a dos cuadras y llegar a cualquier lugar. También es fácil cuando el resto está distraído con sus propias actividades. 

Pero ahora estamos larveando en masa y ya me cansé de que el home office se haya vuelto full life. También estoy cansada de no poder caminar mil cuadras mientras hablo sola o de hacer gimnasia mirando una pantalla. Y así. 

Estar del orto no combina con dormir. Y adivinen qué, tengo insomnio desde que soy muy chica. A los 10 años me agarró una racha que quizás no fue tan larga, pero para mí se hizo infinita. A esa edad decidí que mejor no leía más el diario porque me hacía mal. Pero sí le entraba a los libritos de Mafalda completos en una noche, que es casi como leer un diario atemporal. Sé lo que es sentir soledad mientras alguien te ronca al lado. Con el tiempo le encontré la vuelta y leí mucho, supongo que en ese momento también aprendí a escribir. Además, me acostumbré a la soledad y la aproveché para estudiar para los parciales mientras todos dormían, como para sentir que no me estaba perdiendo de nada durante el resto del día. 

Como dice mi amiga Adri, "Me baso en nada" para distinguir dos tipos de insomnios: el que te agarra antes de dormir y el que te despierta a la mitad de la noche y no te deja dormir más. Yo tengo el primero. Pero la cuarentena me está haciendo también sufrir del segundo. Mati dice que es porque me estoy poniendo vieja. Puede ser. Y con ese tiempo libre me pongo a inventar teorías sobre por qué no sonó el himno anoche. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lunes otra vez: Enojo de lunes.

¿Más vale malo conocido que bueno por conocer?

Lunes otra vez: ¡Adiós, verano!