Censura

Sospechábamos que le habían comido la lengua los ratones. Algunos habían visto salir de su casa a los malditos roedores masticando sin parar, alejándose a lo largo de la calle en sus autos color verde tortuga. Lo que ellos ignoraron era que ella hablaba hasta por lo codos y continuó, por un tiempo, vociferando palabras de reclamos y esperanzas a través de un saco carente de parches y temores. Hasta que, finalmente, ellos regresaron y solo nos quedó su saco sin mangas tirado en la vereda.

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