Domingo eterno

Muy confundido, esa mañana helada y gris de julio, levantó con cierta liviandad el diario del domingo. Muy confundido, pensó si realmente era domingo. El ruido a lo lejos de la avenida principal señaló que no podía dejar de ser un lunes otra vez, pero sin embargo era domingo. Todo era extraño esa mañana, todo era insulso: el café no tenía gusto a nada, parecía estar frío, como si no tuviera sentimientos. Más desconcertado abrió el diario en una página que no era de su agrado, la leyó, como sin querer leerla, y ante su sorpresa intentó en vano escupirlo todo: era su propio obituario. Y sí, de ahora en adelante siempre será domingo para él, aunque las risas de la ahora más pálida ciudad indiquen que es lunes otra vez.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Más vale malo conocido que bueno por conocer?

Lunes otra vez: Enojo de lunes.

Bariloche: escapada a Villa La Angostura