Lunes otra vez: Aires otoñales



Después de morirnos de frío con Tati en un aula ventosa de la facu, emprendí la vuelta a casa sabiendo que tengo que pasar la tarde estudiando. Mi habitual mufa de lunes frío se acrecienta con solo pensar en la aburrida materia que me toca rendir el miércoles y que por tener fama de "fácil" me tomé algunos días de vacaciones y la dejé olvidada. ¡Qué gran error! "La próxima no la dejo para tan adelante", me dije mintiéndome a mi misma porque las cosas aburridas siempre quedan para lo último.

Entre planes estratégicos para terminar de leer todo, bostezos y algún que otro momento de siesta rodante transcurrió el viaje y por suerte el segundo colectivo me dejó en la esquina de casa. Bajé y cuando levanté la vista me esperaba uno de mis paisajes favoritos: la calle teñida de otoño. Caminar pateando un ruido a cada paso me hizo acordar a cuando volvía del colegio adentro de mi guardapolvo blanco y las hojas crujientes eran signo de "al fin llegué a casa" (quizás porque en esa época no pasaba tanto tiempo en ella... o porque podía dormir más siestas cuando llegaba). Pero hoy era diferente. El paisaje que tenía frente a mis ojos es uno de los que más me gusta, más aún teniendo la ventaja de que no tengo que viajar cientos de kilómetros para admirarlo (solo basta con salir al balcón, abrir la ventana o caminar por la cuadra) además de que la vista me demostraba que por fin habían quedado atrás los semáforos, el tránsito y las frenadas bruscas pero llegar a casa esta vez significaba ponerme a estudiar. Y me acordé que tengo una contradicción parecida en esta época del año. Es linda a la vista y al oído: colores cálidos que rondan por todos lados, lluvia de hojas que caen en el techo y pasos chillones de cada uno que camina por la vereda. Cuando éramos chicos mamá nos sacaba fotos tirando hojas y era un clásico elegir las más lindas para guardarlas en diarios adentro de libros gordos. El problema es que no es agradable a mi mala tolerancia al frío: si hay otoño el invierno está más cerca y la época de árboles pelados compite por el primer puesto con los lunes otra vez en mi ranking de cosas que me gustaría que transcurren mientras duermo.

Caminé hasta la puerta de casa sin pensar por un momento en los planes estratégicos para llegar a estudiar todo, ni en la materia aburrida, ni en la habitual mufa del lunes otra vez o en la triste noticia de que los días fríos se acecaban. Respiré aire a años pasados durante el trayecto hacia el portón y terminé concluyendo que tenía que hacer un mix de mis contradicciones. Así que me voy a dormir una buena siesta de las de antes debajo de una lluvia de hojas que tocan el techo para así poder terminar este lunes estudiando una materia aburrida que acrecienta mi mufa de un lunes frío. No sé si la pegaré con lo que quedó de mi plan estratégico minuciosamente calculado pero, quién dice, quizás los aires otoñales de casa hagan más agradable el "Derecho a la Información" y (si me porto bien) este tiempo loco me regale algún que otro día cálido en la semana.

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