Lunes otra vez: Facu otra vez

Hoy el despertador sonó a las 6:30. Hacía bastante que no lo escuchaba a esa hora y (por supuesto) lo odié. No hubo excusas y tuve que curarme en un instante de mi enfermedad crónica "cinco minutos más" gracias al clásico "Meeeechi ¿estás despiertaaa?" que me hizo saltar de la cama. (Casi) Todos dormían en casa, estaba bastante fresquito por la época del año y yo ¡levantándome a esas horas un lunes! Con nostalgia me despedí de mi cama y entre bostezos logré bajar las escaleras para luego por fin traspasar la puerta hacia afuera a las 6:50 de la mañana. Ya sé, "fueron tres meses de vacaciones", "no te quejes" y "bla bla bla" pero en mí no existe estar "fresco como una lechuga". Suena el despertador, se terminan las vacaciones y los miles de bostezos hacen marchitar la hoja de la lechuga de inmediato.

En la parada me esperaba el mágico verde "Rápido a Puente Saavedra", el constante "hay cambio, hay monedas", diferentes filas de gente esperando (solo unos pocos hablando) o caminando apresurada hacia paradas y colectivos. Al fin pude sentarme para darme cuenta que me había olvidado el mp3 ¡viajando un lunes a las 7 de la mañana y sin mp3! Al menos no estaba viajando parada, diría una vieja. La falta de música me obligó a practicar uno de mis deportes favoritos: mirar. Todos con cara de Lunes. Todos. Desde la chica que leía atentamente una novela en el asiento de al lado hasta el nene sentado en el asiento trasero de un auto al que yo veía desde arriba. ¡Qué bajón! pero por lo menos no soy la única, pensé.

Por fin aterricé en frente del Parque Centenario. "Lunes, lunes, maldito lunes", no paraba de repetirme a mí misma.Y sí, volvió la facu y con ella los viajes interminables en el vueltero "15", las cabeceadas en el colectivo, las lecturas apresuradas, las metódicas escrituras al margen de las fotocopias, los resaltadores de colores, las insoportables fichas de los teóricos, los trabajos en grupo, el estrés de los parciales, las paredes atestadas de pancartas y afiches, las aulas con ventanas abiertas en toda estación...

Tati me esperaba sentada en un escritorio del pasillo... abrí el celular y tenía un mensaje suyo: "ya llegué amiga, estoy en el primer piso"... todo estaba igual que siempre y el lunes ya no tenía un tono más amistoso que se evidenció con un abrazo de amigas que no chusmeaban hace bastante. El alfajor con mucho dulce de leche que comimos entre clases terminó de cerrar con onda la mañana.... Y sí, volvió la facu pero también volvieron las incansables charlas con las chicas; los alfajores (o medialunas) a media mañana, las conversaciones escritas en clase; los cuadernos llenos, llenos de apuntes; las materias que nos gustan más (o menos); volverá la adrenalina de rendir (que nunca se disfruta pero ... ¡qué geniales son las siestas pos-parciales! ), los (para mí) divertidos y constructivos chats pre-parciales; estudiar en grupo mientras comemos galletitas dulces a lo bestia, nuestras típicas crisis que ya se asoman... y esperar que al final del cuatrimestre hayamos aprendido un poco más de algunas tantas cosas.

A no hacerse problema (miren quién lo dice), ¡porque lo mejor y lo peor del cuatrimestre es que queda toda la cursada por delante!

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